Publicado: 05/07/2018 10:31h. Lecturas: 17143
El referente ganadero y jurado internacional hace un balance del presente de la actividad y los desafíos.
Carlos Ojea Rullán es criador, asesor ganadero y jurado internacional. Es la quinta generación de una familia comprometida con la actividad agropecuaria desde 1878. Es fundador de Ojea Rullán y Cía y de las cabañas La Juanita y Surangus. Asesora a 21 empresas agropecuarias líderes en Sudamérica. En la actualidad, más de 300.000 vientres reciben anualmente en el país la influencia de sus decisiones genéticas.
1- ¿Cuál es la clave para el criador, el principal eslabón de la cadena?
Creo fervientemente que el éxito productivo de un criador se logra encontrando el equilibrio justo donde se consigue criar la mayor cantidad de carne sana con la mejor calidad, en el menor tiempo y con el menor costo posible. El punto justo donde la productividad óptima, la adaptación al medio ambiente de los vientres, la fertilidad y la longevidad confluyen. La historia nos ha demostrado que varias veces el criador se ha apartado de ese equilibrio en pos de una, a veces mal llamada, alta producción que no siempre va unida a la rentabilidad. De nada sirve producir más cantidad si ese incremento conlleva a aumentar los costos por encima del beneficio o bajar la fertilidad y la eficiencia del rodeo. Optimizar no siempre es producir más sino lo máximo posible con los recursos que se tiene.
2-¿Cuál es su análisis sobre el avance genético en la ganadería?
La ganadería ha avanzado más en los últimos 40 años que en los 218 previos desde que Robert Bakewell comenzó a realizar sus primeros trabajos de selección en Gran Bretaña, fundamentalmente desde la consolidación de las técnicas de multiplicación genética, la inseminación artificial, el trasplante embrionario y las sincronizaciones de celos. Estas han llevado a los criadores a una nueva dimensión en el avance genético. Quienes se adaptaron a estos cambios y profesionalizaron sus métodos de selección y producción adaptándolos a las velocidades que estas técnicas impusieron a la actividad, tienen programas exitosos que aportan calidad y eficiencia a sus propios programas y a los de sus clientes o consumidores finales. Es clave el uso de información por parte del criador actual.
3- ¿Puede precisar qué tipo de información es fundamental?
Esto significa tener bien en claro a donde se quiere ir con la producción, conocer con qué herramientas se cuenta, virtudes y defectos del rodeo y en base a eso cómo realizar las combinaciones genéticas para llevar a buen puerto los objetivos prefijados. Si no medimos y evaluamos no sabemos a dónde estamos parados y si estamos avanzando en la dirección correcta. Sin información es muy difícil elegir los individuos correctos para combinar eficientemente nuestras vacas con los padres ideales para lograr el avance genético. Información no significa una carrera sin ningún tipo de lógica a los números extremos ni avances genéticos exageradamente veloces que hagan perder el equilibrio.
4- ¿Cómo fue avanzando la ganadería de precisión?
Fui uno de esos jóvenes afortunados que tuvo la posibilidad de vivir en primera persona y haber podido interactuar en forma personal trabajando con varios de los criadores que fundaron las bases de lo que hoy llamamos ganadería de precisión. Por esas cosas de la vida me tocó estar trabajando en los Estados Unidos en la época que comenzó a acelerarse el proceso, aproximadamente 35 años atrás. Recuerdo que debía dar de comer con el mixer a los toros en la prueba de performance y luego iba a la oficina y frente a la computadora veía cómo eran los números de esos toros que racionaba a diario. Recién para la década del 80’ las computadoras empiezan a ser accesibles para el criador permitiendo la consolidación y el uso de este tipo de información en forma más masiva. Primero fueron los índices que nos indicaban si los reproductores se encontraban por encima o debajo del promedio y en qué porcentaje para peso al nacimiento, destete y final el M.P.P.A. de sus madres (Most Probable Production Ability). Luego siguieron los DEP’s a los que, a los datos anteriores se sumaron los de mérito de carcasa, circunferencia escrotal, peso adulto de la madre, etc. En estos últimos la comparación no es entre individuos del rodeo sino de la raza.
5- ¿Y qué sucede en la actualidad?
Se empieza a trabajar con los DEP’s enriquecidos y los marcadores moleculares, los cuales están aún en una etapa de inicio y debemos avanzar mucho aún para saber a ciencia cierta cuál va a ser el grado de aporte que van a poder realizar en el país. De arranque tenemos que convalidarlos con nuestra base de datos argentina y adaptarlos a nuestras necesidades productivas, no basarnos en lo que funciona para Estados Unidos que en varios casos, no en todos, tiene un sistema diferente de producción al nuestro.
6- ¿Cree que el productor ganadero saca provecho de la tecnología?
Estamos avanzando y los resultados así lo indican, quienes trabajan correctamente, a conciencia, mejoran año tras año. La información y la tecnología bien aplicadas, con sentido común y experiencia, son importantes aliados. Para seguir siendo competitivos hay que usar todas las armas a nuestra disposición para primero mejorar la tasa de extracción nacional que es muy baja, 63%. De las 23 millones de vacas aproximadas que hay en el país, 8,6 millones comen todo el año sin producir terneros, un número inadmisible para un país ganadero. Otro tema en que el correcto uso de la tecnología aporta lo suyo es en la búsqueda de que los terneros pesen al destete lo más cercano posible al 50% del peso de su madre y en este factor también hay mucho para mejorar. La tecnología es fundamental en la mejora de la carcasa de los animales, sobre todo en rindes, área de ojo de bife, grasa de cobertura y marmoleo así como también en el peso al nacimiento y su certeza al momento de usar esos padres para usar en vaquillonas de 15 meses.
7- ¿Cómo ve a las principales razas en el país?
Muy bien, muy sólidas. En las razas líderes, Argentina es referente mundial. Somos exportadores de genética y el año pasado con nuestra cabaña La Juanita y nuestros socios Don Romeo y La Argentina marcamos un hito en la ganadería exportando embriones a Canadá para luego tener los primeros terneros nacidos en EE.UU. de la historia. La primer ternera que vendimos de estos embriones en Canadá fue precio máximo. Y también los primeros toros que se vendieron fueron precios máximos. Pero las barreras sanitarias son la traba más grande para poder exportar a más países. La genética argentina tiene grandes posibilidades de seguir explotando.